martes, 28 de junio de 2016



Decepción, frustración, desilusión… 
 es el momento en el que la realidad decide esquivar nuestros sueños.

La decepción es un sentimiento de insatisfacción,
que surge cuando no se cumplen las expectativas sobre un deseo o una persona

Se forma al unir dos emociones primarias, la sorpresa y la pena

A todos nos afecta, porque las pequeñas o grandes ilusiones son algo díficil de evitar. 
Podemos reducir nuestros deseos o expectativas, pero no eliminarlos, sobrellevar el dolor de la decepción es durísimo.

El corazón se hace trizas. Sentimientos y pensamientos de desolación toman la batuta durante un tiempo. Hasta que, lentamente, comenzamos a curarnos.

Se percibe el proceso como tan lento y tan largo, que incluso hay quien cree que jamás llegará a curarse.

Después, tanto el excéptico como todos los demás, sobrevivimos.

La decepción es como un ciclón que arrasa con la esperanza; un fenómeno que protagonizará algunos días de nuestra vida.

Quizás se ensañe especialmente, destruyendo los pilares de la confianza en nosotros mismos o en los demás.

Sin embargo, igual que ocurre con otros fenómenos devastadores, se marcha para dejar paso a días tranquilos. Días para hacer el recuento de daños, comenzar la reconstrucción...y volver a empezar.



1 comentarios:

Volando en la voz de la lluvia dijo...

Perfectamente explicado, es así.. no se equivoca en nada. Yo me quedo con aprender de los errores para en futuras relaciones, dar lo mejor de nosotr@s y de esta manera poder empezar un proyecto, pero no con cualquiera ni mucho menos. El amor es divino pero tiene un doble filo en donde pasas de estar en el Olimpo de los dioses, hasta llegar al mismo infierno. Solo con aptitud y asumiendo las circunstancias se puede combatir al dolor y tiempo necesario para encontrarnos a nosotr@s mismos y potenciar nuestra autoestima... Nada es eterno y lo que no te mata te hace más fuerte. De todo se sale, de todo.

Ánimos.